lunes, 10 de enero de 2011

2. "Nunca antes, la había visto por aquí"

III

Al volver a la barra la encontré allí, justo donde descansaba mi taza de café. Miróme como queriendo recuperar la ventaja que gané hacía un par de minutos antes. Para no avasallarla , al recuperar mi café le lancé un “Disculpa” al mismo tiempo que me sentaba en el  taburete. Hablaba con Luis. Quedé expectante esperando la oportunidad para meter baza en la conversación, con alguna opinión gratuita o algún comentario sin importancia. Simplemente con la finalidad de interactuar con ella.

Así sucedió. Y empezaron a fluir nuestras palabras, al principio entre los tres. A los pocos minutos, Luis desapareció de la escena y de la conversación, como el que corta las cadenas a las lenguas atadas y nos permitiera entrar en temas más personales. No pasaron ni 10 minutos cuando ella me invitó a su rincón para seguir atropellándonos con nuestra curiosidad.

IV

Me sentí realmente cómodo en ese rincón, sin tener exactamente un por qué para ello. Una mezcla de conversación, tranquilidad, temas en común y buena compañía. Difícil de explicar por culpa de mi excesivo realismo ante todo tipo de situaciones.

De repente, Luis dijo: “Perdonad, voy a recoger.” No pude ver mi rostro pero, lo imagino como el de ella, entre sorpresa e incredulidad. Ambos hicimos el gesto de averiguar la hora de una manera disimulada sin llegar a hacerlo y, sin relojes en nuestras muñecas, recurrimos al de la pared. Las once. El tiempo a su lado, literalmente, se había volatilizado. Como si de un botellín destapado, de alcohol puro, se tratara.

Nos levantamos para liquidar nuestra deuda con el mesero y allí delante de la barra llegó la despedida. “¿Eres de por aquí?” Me preguntó ella. “Si, de la siguiente manzana” Y muy originalmente pregunté yo… “¿Y tu?” “No, pero suelo pasar por aquí, siempre en la misma mesa. La del  rincón.”

Algo incómodos con la despedida, nos dimos dos besos, mientras sin saber muy bien cómo, nuestras manos se unieron como si de dos “pincelesenredados” se trataran. Ella empezó a salir mientras nuestras manos se separaban. “Perdona”,  le dije, “¿cómo te llamas?”.  “Marta” , respondió casi detrás de la puerta.

Al salir ella, Luis me miró sin decir nada. No le hacía falta articular palabra. Tras unos segundos de silencio entre él y yo, dijo: “¿Entonces, nos vemos mañana?.” “Sí, Luis. Nos vemos mañana.”Respondí al  mismo tiempo que él me interrumpía para lazarme un mensaje que no supe cómo interpretar. “Nunca antes, la había visto por aquí”…